Nunca nieva en septiembre by Robert Kershaw

Nunca nieva en septiembre by Robert Kershaw

autor:Robert Kershaw [Kershaw, Robert]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1990-04-23T04:00:00+00:00


La Sperrlinie es forzada al norte…

A todo lo largo de la Dreyenseweg, extendiéndose al norte desde la carretera de Ede-Arnhem al sur del puente sobre el terraplén del ferrocarril en la estación de tren de Oosterbeek, los alemanes aguardaban. Este sector de 1500 m de la Sperrlinie de Spindler estaba cubierto por los Panzerjäger de la 9.a SS, el Kampfgruppe de von Allworden, ahora bajo mando del recién llegado Kampfgruppe Bruhns de la Wehrmacht. Bruhns, un oficial del Estado Mayor General, emplazó un número de Sicherungen, o avanzadas, al oeste de esta línea. Estas fueron situadas en las áreas boscosas al nordeste y sudeste de Johanna Hoeve, un conjunto de edificios de granjas en los que también se apostó una reducida fuerza. Estos grupos darían una alerta temprana de un avance enemigo, y luego permanecerían en sus posiciones y lucharían hasta que el enemigo que se aproximaba se dispersara y detectaran tanto el eje principal como la dirección del avance, antes de retirarse y ocupar posiciones de reserva tras la línea principal de la Dreyenseweg. Los embudos y pozos de tirador cavados apresuradamente, camuflados con ramas recién cortadas, ofrecían algo de protección. Diversos blindados reforzaban la línea. Junto al cruce de carreteras en la extremidad norte de la carretera se situó uno de los Panzerjäger IV supervivientes de von Allworden, apoyado por un cañón anticarro remolcado. Un hotel aislado cercano servía como puesto de socorro y sala de operaciones para los heridos. Algunos de los semiorugas de reconocimiento y blindados ligeros de Gräbner aparecían periódicamente, proporcionando fuego de apoyo a petición. Algunos de los cazacarros de la Hohenstaufen y semiorugas acorazados se desplazaban como piquetes acorazados por la carretera, patrullando o actuando como fuego de apoyo móvil cuando se requiriera.

En el primer día de los aterrizajes, algo de fuego indirecto de morteros y artillería había hostigado las zonas de aterrizaje, en gran medida sin éxito, porque los árboles impedían la observación de la caída de los disparos. Durante aquella tarde y la mayor parte del día siguiente tuvieron lugar combates esporádicos pero ocasionalmente intensos cuando el 3 PARA intentó flanquear al batallón SS de Krafft que ya estaba en posición. Sólo se vieron atisbos de la actividad aérea del lunes, pues gran parte de ella había quedado oculta a la vista por los árboles. La actividad de los cañones antiaéreos, los sobrevuelos, rumores e informes de boca en boca pronto compusieron el cuadro de otro importante refuerzo enemigo por aire. Los ataques de tanteo en las avanzadas fueron repelidos de nuevo y nadie pudo descansar. Los nervios estaban a flor de piel. El Rottenführer Alfred Ziegler recordaba:

«Nunca estábamos del todo seguros de dónde estaban nuestros hombres y dónde estaban los británicos. Estábamos tan cerca que una vez les oí transmitir en Morse: “dit-dit-da-da-dit-dit”. Salimos corriendo, tenían que ser soldados británicos transmitiendo porque nosotros no teníamos ninguna radio».



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